Ejercicio Fí­sico

Que el ejercicio sea un hábito

Suena el despertador, te levantas con la motivación a tope, pues hoy inicias un cambio de vida: es tu primer día en el gimnasio.

Suena el despertador, te levantas con la motivación a tope, pues hoy inicias un cambio de vida: es tu primer día en el gimnasio.

Después de hacer una hora de aparatos sientes que esta vez sí lograrás ser constante, aunque es la tercera vez en el año que lo intentas.

Tres meses después suena el despertador… Es tu primer día de gimnasio. ¿Qué sucedió?

Si estás por iniciar una rutina de ejercicio, es el momento pertinente para que te preguntes qué quieres lograr al ir a un gimnasio.

Fabiola Sánchez Álvarez, parte del equipo multidisciplinario del centro de entrenamiento Training Day System, explica que, aunque siempre existe un objetivo, éste puede estar vinculado con una necesidad de mejorar la salud o la imagen, porque hay algo de sí mismo con lo que no se está conforme, o bien, con una necesidad de complacer a una persona ajena, como padres, hermanos, pareja o círculo social.

“¿Por qué falla? Muchas veces sucede que cuando estamos en un espacio donde las personas vienen a hacer ejercicio, tenemos expectativas sobre nosotros y a veces comenzamos a poner expectativas sobre la figura o persona ajena a mí“, afirma la especialista.

“Cuando tenemos bien decidido que queremos hacer ejercicio por nosotros es mucho más fácil mantenernos, porque ese objetivo está bien definido y no lo vamos a poner en nadie más”.

El éxito en el gimnasio depende sólo de ti y de los objetivos basados en ti mismo, por eso el querer estar como la compañera de la bici de a lado o tan musculoso como el entrenador, o incluso mejorar la apariencia para satisfacer a la pareja, podría destinarte al fracaso.

Por eso, además de poner tu objetivo sobre ti mismo, antes de comenzar a ejercitarte de manera constante, hay varios factores que debes evaluar para que las probabilidades de ser constante y mantenerte en el entrenamiento sean mayores, como son el trabajo y los hábitos alimenticios, señala Sánchez Álvarez.

Respecto a la primera variable, no tener horarios fijos, laborar horas extra, acudir en días de descanso o someterse a elevados niveles de estrés podrían ser factores que te impidan alcanzar tu meta, comenta.

En cuanto a la segunda condicionante, la alimentación, expone que si no hay disciplina en la dieta -que no significa dejar de comer ni comer menos, sino balancear los alimentos- los resultados del ejercicio tardarán aun más y eso desalentará a la persona, hasta tomar la decisión de abandonar el entrenamiento.

Respetar los horarios de comidas y mantener un balance en los alimentos que se ingieren garantiza resultados, para unos más rápido que para otros, pero los habrá.

Sin embargo, aclara, la persona debe estar consciente de que los efectos que el entrenamiento tenga en ella no siempre estarán relacionados directamente con el peso, pues lo normal es que la grasa se reduzca, mientras el tono muscular aumenta con el ejercicio.

Lo que para ti puede ser un resultado en 15 días, para otra persona es en cinco semanas, y ese resultado no necesariamente tiene que estar basado en cuando te subes a la báscula y ves el peso, muchas veces tiene que ver con masa muscular, grasa y todos los factores que implican el peso cuando te subes a la báscula”, recalca.

Así, con el entrenamiento y la alimentación correcta, llega la salud, pero es necesario registrar una constancia de por lo menos un año para que el cuerpo genere una memoria de los cambios en los hábitos.

Será entonces cuando el cuerpo y el metabolismo comiencen a comportarse de otra manera, asevera Sánchez Álvarez.

Por eso, el objetivo nunca debe perderse de vista, pese a los acontecimientos que estén fuera de tu alcance, como el hecho de perder el trabajo, perder la pareja o perder un familiar. Lo recomendable es pasar la etapa de duelo y de inmediato volver a enfocarse en el ejercicio, viéndolo siempre como un elemento que te garantizará la salud.

Añadir ejercicio a tu vida es un hábito que vale la pena adquirir, ya que provoca modificaciones positivas a nivel nervioso, metabólico y hasta del humor, y bien dosificado incrementa el rendimiento físico y mejora la estética, sostiene Ricardo Solís Aceves, especialista en Medicina del Deporte.

Además, a largo plazo podría evitarte gastos excesivos en tratamientos médicos por enfermedades que pudieron evitarse a base de una rutina física, advierte.

Y ante los factores que pudieran hacerte desertar, el entrenamiento debe ser tu aliado perfecto para superar los obstáculos, pues entre sus beneficios están la disminución de la ansiedad y la depresión, una mayor sensación de bienestar y un aumento en el rendimiento, tanto laboral como de las actividades deportivas y recreativas.

¿Qué puede hacerte fallar?

Factores Intrínsecos

  • Creer que eres incapaz de conseguir el objetivo que te planteaste en el entrenamiento.
  • Continuar con el mismo esquema de alimentación que llevabas antes de iniciar la rutina.
  • Omitir la dieta recomendada una vez que empiezas a ver resultados.
  • Usar el ejercicio sólo como un apoyo para superar una depresión o alguna otra etapa emocional difícil.

Factores Extrínsecos

  • Los horarios variables de trabajo.
  • Querer un físico igual al de otra persona.
  • Hacer ejercicio por satisfacer a alguien que no seas tú.
  • Que tu pareja se queje de tu ausencia.
  • Que tu pareja no esté de acuerdo con que hagas ejercicio porque él o ella no hacen.
  • Que atravieses por alguna pérdida, ya sea de trabajo, pareja o un familiar.

Garantiza el éxito

Antes de comenzar un entrenamiento debes tener en cuenta ciertas consideraciones.

  • Si tus horarios de trabajo te permiten dedicar tiempo a una rutina física.
  • Si la decisión de ejercitarte es por ti o por alguien más.
  • Si estás dispuesto a cambiar tus hábitos alimenticios y mantenerlos por lo menos durante un año.
  • Estar consciente de que los resultados no están relacionados con el peso, sino con cómo te sientes y cómo te ves.

Fuente: Fabiola Sánchez Álvarez

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