Por tiempo indefinido nos ha preocupado la figura del cuerpo. Algunos dicen que esto no interesa, que es pura vanidad. Sin embargo, estudios demuestran que no sólo importa la cantidad de grasa que tiene su cuerpo sino la distribución de la misma.
Aunque la forma en que la grasa se reparte en el cuerpo es influida por factores de tipo hereditario, nuestros hábitos pueden tener un impacto importante.
Los dos principales tipos, en cuanto a la forma en que la grasa se reparte en el cuerpo, son el tipo pera y el tipo manzana.
El primero tiende a la acumulación de grasa debajo de la cintura, principalmente caderas y muslos. El tipo manzana, al contrario, acumula la grasa en la panza, creando un abultamiento abdominal que se ha ganado el nombre de “panza cervecera” -o chelela-.
Es muy saludable evitar la acumulación de grasa en general y remediar cualquiera de las dos tendencias de distribución de la misma, aunque el segundo tipo (manzana), tiene un riesgo un poco mayor de padecer consecuencias cardiovasculares.
¿Será adecuado eso de “panza cervecera”?
De acuerdo a varios estudios, parece que sí hay algo de fundamento, aunque no específicamente con la cerveza. Actualmente se ha comprobado que el alcohol tiene un efecto inhibitorio sobre el metabolismo que quema la grasa.
Cuando se bebe alcohol, el cuerpo disminuye considerablemente el ritmo en el que quema las grasas. En un estudio, los investigadores demostraron que 3 onzas (poco menos de 100 mililitros) de alcohol, pueden reducir la capacidad de quemar grasa hasta en un 30 por ciento.
Así que el efecto de incremento de las “panza cervecera”, no sólo es por las calorías extras que trae el alcohol, sino por el efecto depresor sobre el metabolismo de la grasa.
Cuando se consume alcohol, junto con alimentos altos en grasa (botanas del estilo de los cacahuates o papitas fritas, por ejemplo), el efecto se engrandece ya que no sólo se quema menos grasa sino que se acumula el exceso proveniente de los alimentos.
Fuente: Mauricio Padilla
