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El mal de amores sí duele

El desamor sí duele. Literalmente. Y es que sus efectos no sólo son emocionales, sino también físicos, como dermatitis, gastritis y colitis. Esto a causa de la somatización de las enfermedades mentales.

El desamor sí duele. Literalmente. Y es que sus efectos no sólo son emocionales, sino también físicos.

Por ejemplo, hay quienes sienten que están al borde de un ataque cardiaco, pues les cuesta trabajo respirar y experimentan una gran opresión en el pecho.

Esto se debe a que hay partes del cerebro que se activan y transforman la emoción dolorosa en dolor físico, explica el neurofisiólogo Eduardo Calixto. “La intensidad del dolor es similar a una fractura de hueso”.

Hay una parte del cerebro que se llama corteza cingulada, esta además de dar emoción a los dolores procesa también el dolor físico. Cuando se tiene el sufrimiento de que la persona se va, duele una parte del cuerpo. En esta tapa se liberan endorfinas para mitigar ese dolor. Así que el cerebro está recabando información dolora pero también está informándole a ciertas regiones para mitigar el dolor”, explica Calixto.

Señala que el problema es que entre más dolor se genere más placer se obtiene en forma refleja, lo que ocasiona que algunas personas se vuelvan adictas a este sufrimiento, pues también obtienen placer.

El investigador indica que las personas profundamente enamoradas pueden durar con este dolor hasta un mes, mientras que en quienes ya esperaban la ruptura amorosa se presenta menos de una semana.

Menciona que es más común en las mujeres que en los hombres. “Las mujeres manifiestan mayores apegos por su mayor liberación de dopamina y de oxitocina. Están preparadas biológicamente para mantener el amor por más tiempo que los varones. El hombre se recupera más rápido que la mujer, tarda prácticamente un promedio de 28 días, es decir, si el hombre está muy enamorado y rompe se va a tardar 28 días en que regresen sus niveles de dopamina, de neurotransmisores a la etapa basal, pero la mujer se tarda tres meses”.

Sofía Rivera, académica de la Facultad de Psicología de la UNAM, agrega que los rompimientos también pueden desencadenar dermatitis, gastritis y colitis.

Señala que generalmente las rupturas de las relaciones amorosas están vinculadas con conflictos, ya sea simples o complejos, lo que origina ansiedad y depresión.

Asimismo, precisa, se desencadenan males físicos, como dermatitis, gastritis y colitis. Esto a causa de la somatización de las enfermedades mentales.

El especialista dice que el proceso doloroso viene acompañado de una disminución masiva de dopamina y se genera un fenómeno de síndrome de abstinencia.

“El cerebro se encarga de buscar la fuente de dopamina lo más pronto posible”. Eso ocasiona que se busque inmediatamente una nueva relación, pero esto es un autoengaño, pues con el vínculo nuevo no se produce dopamina en la misma intensidad.

El especialista asegura que, además, la ruptura provoca que se dé una disminución de la serotonina, lo que origina estado depresivo.

“Naturalmente se genera una activación del sistema nervioso autónomo, al que se reconocemos como parasimpático, que es el que hace llorar.

Al estar deprimidos, quienes sufren por la ruptura del vínculo amoroso también pueden experimentar depresión del sistema inmunológico, lo que origina que estén más expuestos a infecciones, explica Guillermo Meléndez, especialista en medicina interna.

“Cuando se deprime el sistema inmunológico no tiene la capacidad adecuada de responder ante los estímulos externos. Por ejemplo, si hay una entrada masiva de virus de la influenza esos virus de la influenza se depositan en las células y son lo que producen todos los cuadros respiratorios.

Al presentarse una depresión por causas como el desamor cambia totalmente la producción de los componentes de los líquidos que está afuera de las células, que es el medio donde se mueve este sistema inmune, y al bajar esta producción de un caldo que permite que reaccione de manera óptima deja desprotegidos. Lo de la influenza es ejemplo común pero pueden presentarse otras enfermedades”.

Fuente: Eduardo Calixto, Sofía Rivera y Guillermo Meléndez.

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